Historia y recorrido de los Códices
Los Códices fueron traídos a España por Pompeo Leoni, escultor de Felipe II. Tras varios cambios de propietario, fueron trasladados a la Biblioteca del Monasterio de El Escorial, pasando finalmente a la Biblioteca Real, donde permanecieron perdidos durante 150 años.
Estos manuscritos son de gran importancia en la obra de Leonardo, ya que contienen alrededor del 15% de las notas de Leonardo que se encuentran referenciadas en la actualidad, pero también son importantes por la calidad y relevancia de los temas que contienen, que suponen uno de los tratados de ingeniería más importantes de la época.
Al morir Leonardo, pasaron a manos de su amigo Francesco Melzi. Unos cincuenta años después, Pompeo Leoni, escultor al servicio de Felipe II, los adquirió de su hijo Orazio y los llevó consigo a España.1 Cuando Leoni murió en 1608, los manuscritos pasaron a manos de Juan de Espina, amigo de Francisco de Quevedo y Villegas, según las malas lenguas de la época: “un caballero que vive solo en un palacio de Madrid y sus criados son autómatas de madera”.
El Príncipe de Gales (Carlos), en su visita a Madrid en 1623, se interesó por los manuscritos, y Espina se desentendía del compromiso entregándoselos al Rey como regalo. Los códices llegaron a la Biblioteca Real en 1712, donde por diversas razones permanecieron perdidos hasta 1967, según Martín Abad “debido al traslado de la biblioteca real a cuatro lugares distintos, a una fatal confusión de signaturas y al aura de Leonardo da Vinci, que cegó a muchos para unir su fama a la del genio”.
Un tesoro perdido hace 150 años
Fue un investigador de la Universidad de Massachusetts, experto en literatura medieval castellana, quien por casualidad, en 1967, los descubrió, al encontrarse con dos códices escritos por Leonardo Da Vinci de su puño y letra.
Se habían extraviado en los archivos de la Biblioteca Nacional de España. Un error del bibliotecario jefe en la codificación de su numeración hizo que estuvieran perdidos durante 150 años, hasta que los descubrió el norteamericano Jules Piccus, que se encontraba en la Biblioteca buscando cancioneros medievales.
El Códice Madrid I y II presenta similitudes con el Códice Atlántico, de la Biblioteca Ambrosiana de Milán: una serie de elementos (pesas, engranajes, muelles, mecanismos de relojería, balanzas, tornillos, bisagras, etc.) están esbozados en el Códice Atlántico, y finalmente desarrollados en el Códice Madrid I, con dibujos de gran detalle y calidad.
De la obra de Leonardo se conservan colecciones encuadernadas, cuadernos y notas sueltas... siendo el Códice Madrid una colección encuadernada.
Leonardo fue al mismo tiempo pintor, anatomista, arquitecto, paleontólogo,3 botánico, escritor, escultor, filósofo, ingeniero, inventor, músico, poeta y urbanista.
La muerte de Leonardo supone el inicio de la dispersión y pérdida de dos tercios de los cincuenta mil documentos originales multidisciplinares escritos en toscano antiguo y codificados por él. Cada manuscrito, página, boceto, dibujo, texto y nota era considerado plenamente una obra de arte. Sólo quedan unos trece mil documentos, la mayoría de los cuales se conservan en los archivos de la Ciudad del Vaticano.
Este Códice Madrid es una de sus obras más importantes.
