Corría el año 1540 cuando Petrus Apianus, humanista alemán destacado por sus impresionantes trabajos en matemáticas, cartografía y astronomía, publicó y dedicó esta magistral obra al emperador Carlos I de España y V de Alemania. Su interés por estas ciencias llevó al soberano a financiar el misterioso manual y, posteriormente, a convertirse en su mecenas y concederle títulos con el fin de proteger las opiniones de un intelectual peligrosamente avanzado para su época. El Astronomicum Caesarum está considerado una de las obras maestras de la imprenta del siglo XVI. Sus fastuosas ilustraciones diseñadas en discos móviles de cartón coloreado a mano y cosidas con hilo exponen nada menos que la evolución del universo y las leyes que lo rigen.En él, Apiano ofrece instrucciones para el uso de los discos móviles o volvelles, con los que imitaba a la perfección el uso del astrolabio y que utilizó, por ejemplo, para calcular la fecha exacta de nacimiento de Carlos I y de su hermano Fernando.
La obra es reconocida como uno de los mejores tratados astronómicos del siglo XVI debido a la simplicidad con la que intenta explicar estas ciencias al lector, acompañada de lujosas ilustraciones y diagramas. Además, logró identificar las trayectorias de algunos cometas, prever eclipses y predecir el horóscopo de la realeza. Algo tan inusual y sorprendente en la época del Renacimiento que lo ha llevado a sobrevivir y ser apreciado hasta hoy.
El arte y la ciencia se fusionan en este libro del cual se conservan 111 copias en todo el mundo. Solo 25 de ellas están en perfecto estado o con la mayoría de los discos móviles o volvelles preservados. En 2020, en una subasta en Estados Unidos, se pagaron 260,000 dólares por una de estas copias.
Este compendio de ideas sobre astronomía se presenta de forma sencilla con la única intención de facilitar la comprensión del lector, pero sin dejar de lado la elegancia y exquisitez en la forma.
Treinta y cinco grabados en papel con discos móviles conforman la impresión de un manual que ha hecho historia por su contenido y la riqueza visual que se evidencia en cada una de sus páginas.
Apianus, con su conocimiento y la publicación de esta obra, sin duda forma parte de una revolución científica que en su tiempo desafiaba a Dios y a la Iglesia, y que a lo largo de los siglos se ha vuelto clave para entender el mundo y romper con el pensamiento basado en leyes divinas.
Un libro es un tesoro. Y el Astronomicum Caesarum es un buen ejemplo de este dicho, tanto por su valioso contenido como por la exquisitez de sus formas.
